viernes, 11 de marzo de 2016

El periodismo que se apoya en dichos y desestima datos y hechos; el caso The Guardian

rosa isela guzman 11mzo

Pedro Esteban Roganto | @rogantopedre

La videocolumna de Frida Angélica Gómez en SDPnoticias.com sobre las declaraciones, réplicas, desmentidos y contrarréplicas de parientes y presuntos parientes de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, es una delicia de análisis que exhibe como la comunicación en nuestros días es fundamentalmente un show. El espectáculo mediático tiene más de altisonancia que de periodismo e información, y muchos, muchos intereses. Intereses que no se expresan con claridad porque los medios no tienen la transparencia que exigen de los otros-

En el caso de la familia del ex narcotraficante, la disputa a niveles de escándalo tipo el de Las Kardashian --hermosas mujeres que desde hace varios años ventilan por tv sus encuentros y desencuentros en horario prime time-- es indudablemente por una marca, por reivindicarse parte de un apellido que como bien observa la inteligente Frida, todavía les puede dar mucho en el corto y mediano plazo.

Pero las declaraciones de Rosa Isela Guzmán, publicadas en el diario The Guardian, que se edita en Londres, exhibe también un aspecto muy importante que no podemos perder de vista: las fallas de los medios de comunicación en todas partes del mundo, a la hora de verificar la información que están dando a conocer.

Lo planteado por la presunta hija del “Chapo” Guzmán al diario británico se desdibuja y llega a caricaturizarse no sólo por las dudas generadas en torno a si es o no familia del capo, sino porque no aporta mayores elementos de prueba que su palabra, y eso sólo confirma que en todos lados se cuecen habas; es decir, que los medios tienen una agenda y muchos prejuicios, y son capaces de utilizar cualquier cosa que les pueda parecer suficiente, para plantearlos a sus audiencias.

Tiene razón Frida Gómez cuando dice que mucha gente cree que si algo, lo que sea, se publica fuera del país, es verdad. Pero le falta decir que hay medios locales y partidos políticos que se aprovechan de esa creencia, para su propio beneficio. Si lo publicado les sirve para afectar la imagen del gobierno o de algún enemigo, llámese empresa o particular, lo difunden con todas las credenciales de credibilidad posibles.

Por ejemplo, cuando un juez español ordenó la detención del ex gobernador Humberto Moreira, la primera reacción de un sector de la prensa fue hacerlo héroe; se volcó resaltando la valentía de dicho funcionario y editorializando sobre que allá se hace lo que acá no se quiere hacer.

Pero cuando en el litigio y el respeto al debido proceso, algo que no cumplen la mayoría de los medios mexicanos, el juzgador español decidió poner en libertad al ex mandatario coahuilense, entonces esa prensa se inventó un complot para decir que la PGR intervino, que el juez Baltazar Garzón fue casi el abogado defensor de Moreira y finalmente, que los españoles son igual de corruptos que los jueces mexicanos. Todo en menos de una semana.

En el caso de lo publicado por The Guardian sobre una posible visita del Chapo a Estados Unidos ayudado por funcionarios mexicanos, y el presunto financiamiento de campañas electorales del PAN y del PRI, la prensa que busca desesperadamente la renuncia de Enrique Peña Nieto prácticamente desde el episodio de campaña montado por #YoSoy132, hizo suyos los señalamientos sólo citando: “lo publicó The Guardian”.

Lo que no sabe la gente es que ese periódico británico no es un dechado de ética. Hay varios casos en los que se ha visto involucrado y donde ha exhibido una mayúscula falta de rigor al momento de darle veracidad a dichos o informaciones que le acercan a sus reporteros o corresponsales.

Recuerdo de memoria el caso de Televisa, cuando con documentos que circularon prácticamente por todas las redacciones de periódicos de México (que las desestimaron justamente por ser papeles en blanco, que no demostraban nada) dio a conocer que la empresa de Azcárraga había “construido” la imagen de presidenciable del hoy presidente de México con base en un jugoso negocio de publicidad. Y algo peor: se sustentó en un texto que años atrás había publicado la revista Proceso con el nombre de Jenaro Villamil, quien solo puso su firma a ese legajo famoso, es decir, siguió el dictado de la fuente anónima.

Cuando Televisa amenazó con acudir a los tribunales para exigir la reparación del daño moral ocasionado por la acusación sin sustento, el periódico tuvo que aceptar su irresponsabilidad y otorgó disculpas a la empresa. Hay que esperar qué pasa en los próximos días, pero es evidente que The Guardian se ha quedado sin credibilidad no sólo porque se ha cuestionado el parentesco de su declarante, sino porque todo indica que no tienen los elementos de prueba que se requieren para creer lo que ahora, además, la presunta hija del “Chapo” afirma que no les dijo.

Mientras tanto, yo me quedo con un comentario sobre la viceocolumna de Frida Gómez, escrito por Alina Baeza Figueroa: “...si pagaran algo, ahora que ando desempleada, yo también me puedo inventar algo así como "yo vi a EPN cuando era chavo echarse un churro de mota; bueno, yo usaba lentes, no veía muy bien, y estaba lejos, pero creo que sí, sí lo vi". ¿Pruebas? No tengo. Pero seguro que ni se necesita... ¿habrá algún periodista de The Guardian interesado…?”.

El artículo original se publicó en http://www.sdpnoticias.com/nacional/2016/03/10/el-periodismo-que-se-apoya-en-dichos-y-desestima-datos-y-hechos-el-caso-the-guardian se reproduce con la autorización del autor.

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