lunes, 25 de enero de 2016

La prensa escrita contamina las redes sociales

Periódicos y periodistas "profesionales" trasladan  a la web los vicios y errores de una época que quedó atrás, cuando la comunicación masiva pasaba por rotativas de los diarios; salvo contadas excepciones, informarse en internet, cada vez resulta una experiencia cercana a leer Excélsior o El Heraldo de los 80s




Pedro Esteban Roganto
@rogantopedre
25 de enero de 2016

A falta de un código de ética y de rigor en el ejercicio profesional de la prensa, la libertad de expresión en México se ha convertido en muchos casos en un verdadero semillero de medias verdades, conjeturas descabelladas, rumores presentados como noticias, falsas percepciones y calumnias.

 El problema se agrava porque los medios escritos han trasladado a las redes sociales, sin ningún filtro previo, los errores que propician su falta de credibilidad entre un público que ha dejado de consultarlos, como se aprecia en los puestos de periódicos, y que prefiere informarse en las redes sociales.

 Pero así como en otras épocas la prensa escrita era usada por la gente en el poder para enviar mensajes a políticos de otro grupo o partido, para hablar bien de unos y desacreditar a otros, el internet se ha vuelto el vehículo por donde se trasladan los vicios comunicacionales de los medios impresos, con los que se ocultan deliberadamente asuntos importantes, se afectan honras por interés de alguien, o se maquilla la verdad.

 Por eso en la actualidad, cada vez es más difícil obtener información confiable en redes sociales (un espacio ciudadano por naturaleza) por la presencia de agentes interesados en contar versiones a modo de sus intereses, informaciones surgidas de rumores, periodismo “de oídas” y sin derecho de réplica, igual que  cuando la comunicación de masas pasaba por las rotativas de diarios y revistas.

 Salvo contadas excepciones como SDPnoticias.com, Lasillarota.com, revistaetcetera.com ó milenio.com, por citar sólo algunas fuentes confiables, buscar información sobre los problemas y la realidad de México en Twitter, en Facebook o peor, en los portales de los periódicos, resulta cada vez más una experiencia cercana a leer el Excélsior o La Prensa de los años 80s.

Es decir, las redes están siendo contaminadas por una prensa que se caracteriza por usar la web no para informar sino para crear percepciones a modo, o para ser voceros del poder político y económico; y actúan así lo mismo quienes se autocalifican como la prensa “progresista”, aquella identificada con causas sociales, que el otro extremo, la prensa que desde siempre ha tenido relaciones demasiado cercanas con el poder.

 Unos y otros hacen un periodismo digital bastante cercano a la política editorial del semanario Alarma!, el medio amarillista por excelencia de los años setentas y ochentas en nuestro país. Para estos “informadores” que han inundado las redes sociales, lo que la gente quiere es cultivar el morbo a través de filtraciones, responsabilizar a alguien de su desgracia mediante acusaciones presentadas como si fueran sentencias de un juez, y vivir desconfiando de todo.

 No se apuesta por crear ciudadanía, gente informada, sino hordas de seguidores, autómatas del RT, dispuestos a creer a pie juntillas lo que se dice, aunque no haya documentos o pruebas.

 Al igual que cuando durante el salinismo comprábamos La Jornada, o antes el UnomasUno, para encontrar información que escapara al control oficial, ahora hay que hurgar en las redes dónde informarnos, dónde hallar perlas entre el fango de los vicios de una prensa que se adueña de espacios que nos pertenecen a todos.

 Un buen principio para empezar a acotar a esa especie de “piratas” que ha tomado por asalto el barco digital, es exigirles desde las redes sociales, el respeto al #DebidoProceso Mediático, buscando que las historias que nos están contando todos los días tengan un mínimo de soporte y no sean como lo son ahora: simples proyecciones de sus fobias, o de sus filias.

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